Esta vivienda se organiza en torno a un patio interior que actúa como núcleo del proyecto, aportando luz, privacidad y ventilación natural. La disposición en forma de L permite separar las zonas de día y noche, favoreciendo la intimidad sin renunciar a una conexión fluida entre espacios. El uso de hormigón visto, madera natural y grandes ventanales refuerza la idea de una arquitectura sobria pero cálida, pensada para acompañar la vida cotidiana con equilibrio y serenidad. La vegetación interior y la presencia del agua en el patio completan una atmósfera tranquila, donde el exterior se convierte en parte del hogar.